Huevos de Pascua

Os invitamos al siguiente ejercicio que combina el regalo, el ayuno, la reflexión y la solidaridad durante la Cuaresma. Os animamos a recuperar la tradición de los huevos de Pascua y, allí donde no es costumbre, a acogerla. Proponemos que al menos un viernes de Cuaresma dediquéis el tiempo de la cena a pintar huevos que regalar en Pascua.

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Regala Huevos de Pascua

Los pasos de este ejercicio son los siguientes: 

  • Juntaos la familia, amigos o los miembros de vuestro hogar a la hora de la cena. Mejor todavía si hay distintas generaciones implicadas: niños, adultos, mayores… para compartir y transmitir símbolos que expresan lo más importante de la vida. 
  • Tomad dos huevos por persona. 
  • Hacedle dos agujeros y extraed la yema y la clara. Con ellas, haced una tortilla francesa que será la cena que compartiréis recordando el ayuno. Para motivar ese ayuno podéis preguntaros: ¿de qué debemos ayunar en nuestra vida pues estamos hartos de ello? Hay tantas cosas de las que ayunar… 
  • Calculad: ¿cuánto hubierais gastado en una cena normal todos los amigos o familiares juntos? Donad esa cantidad a un fondo común y entregadla a una obra social, a alguien que sabéis que lo necesita o en el cepillo de la Iglesia para que sea dado a las personas en pobreza. 
  • Con los huevos vamos todos juntos a hacer un trabajo manual: comenzar a preparar huevos de Pascua para regalar.  
  • Pensad en dos personas significativas a quien quisierais este año regalar huevos de Pascua. Os proponemos penséis en regalárselos especialmente a dos tipos de personas: 
    •  A aquél de vuestro entorno que pasa por un duelo o se duele de enfermedad o soledad. 
    •  A aquél a quien vosotros le doléis o a alguien que os duele: personas con las que estamos divididos por alguna razón o aparecen grietas en vuestra relación que es bueno suturar. 
    •  O simplemente regálaselos a alguien a quien quieres estar más unido de lo que estás, sin necesidad de que medie nada especialmente negativo. 
  • Preparad las cáscaras de los huevos y pintadlos pensando en esas personas a quienes vais a dárselos. Evidentemente, podéis usar más de dos huevos y regalar a más personas. 
  • Guárdalos en el hogar pensando en ellas hasta que, con motivo de la Resurrección, vayáis a regalarlos. 

Una curiosidad: la conocida como tortilla francesa no tuvo su origen en Francia sino en España durante la Guerra de la Independencia que los españoles libraron contra la ocupación napoleónica. Al escasear las patatas se comenzó a preparar una tortilla solamente con huevos, receta pobre que fue denominada sarcásticamente tortilla francesa y posteriormente se difundió por todo el mundo

Mientras pintéis los huevos todos juntos tened en cuenta la siguiente narración, junto con un hecho importante: el huevo es también el símbolo de la fragilidad. Somos frágiles y muchas veces rompemos cosas en nuestra vida. A veces sin querer y a veces a propósito. Como al huevo, debemos cuidar la vida y a los demás. Precisamente este ejercicio nos ayuda a tomar conciencia de que debemos cuidar las frágiles relaciones porque pasaremos un rato largo haciendo una delicada labor con nuestras propias manos, empleando un tiempo muy valioso en pensar en los otros y esforzarnos en hacerlo bien. 

A continuación vamos a narrar la tradición de los huevos de Pascua que os animamos a leer en alto antes de comenzar el trabajo manual y, después, incluimos una guía que aconseja cómo organizar la preparación y decoración de los huevos de Pascua.  

MÁS DE 1000 AÑOS DE HUEVOS DE PASCUA

El huevo es un signo universal de vida en la historia de la religión, presente en diferentes credos de todos los tiempos. 

El huevo de Pascua es una costumbre cristiana aunque con antiguas raíces cuyo origen parece remontarse a la propia Edad de Hielo. Entonces, cuando el duro invierno comenzaba a remitir y ya apenas quedaban provisiones, la llegada al continente europeo de las primeras aves migratorias procedentes del Sur ponía en manos de aquellos hambrientos pueblos nuevos huevos que eran objeto de gratitud a la divinidad. Avanzando más en la Historia, nos encontramos el huevo como símbolo dentro de la fiesta de la Pascua judía, cuando se relata la liberación del pueblo de la esclavitud en Egipto. En el plato que se prepara esa noche se incluye un huevo duro que simboliza la continuidad del ciclo de la vida o también ha sido visto como signo del duro corazón del faraón que no quería liberar al pueblo hebreo. Ya en nuestra era cristiana, el antecedente del símbolo del huevo de Pascua tal como lo entendemos hoy en día, se estableció cuando en el siglo IX el papa Julio III proscribió el huevo como alimento durante la Pascua ya que lo consideró carne y, por tanto, objeto de ayuno. Para que no se malograran, la gente cocía los huevos que iba recolectando en esas semanas, los pintaba para diferenciarlos de los frescos y los guardaba hasta que el día de Resurrección se podían ya comer. 

El huevo se convirtió en un popular alimento de la fiesta de Resurrección y así llegó a ser uno de los más populares símbolos que marcan el ciclo de cada año. Un célebre refrán catalán reza así: “Pasqua sense ous, com Nadal sense torrons”: “Pascua sin huevos, como Navidad sin turrones”. 

Cuando en marzo de 1666, el papa Alejandro VII declaró que no encontraba razones fundadas para que no se pudieran comer huevos en cuaresma, éstos se convirtieron en un apreciado alimento para aliviar los rigores de la misma. 

San Agustín escribió sobre esa pronta tradición y asoció la figura del huevo con la Pascua. Según San Agustín, el huevo representaba la Resurrección de Cristo: la cáscara simbolizaba la piedra del sepulcro del que resucita Cristo. Esta idea consta también en la tradición bizantina: el huevo es la tumba de la que Cristo emerge de nuevo vivo. Por eso los cristianos ortodoxos acompañan el huevo de Pascua con la frase “¡Cristo ha resucitado!”. A lo largo de los milenios cristianos, alcanzaron forma distintas creencias populares: por ejemplo, se pensaba que los huevos que una gallina pusiera en Viernes Santo y fueran guardados cien años se convertirían en diamantes. También se veía un buen augurio en aquellos huevos de Pascua que resultaran tener dos yemas. 

El regalo de los huevos de Pascua decorados tiene una larga historia, en la que destaca la tradición cristiana de los pueblos eslavos. El huevo de Pascua es llamado “pisanica” por los croatas y serbios, “kraslice” por los checos, “pisanka” por los polacos o ucranianos, o “pirh” por los eslovenos. Muchos de esos nombres derivan de la palabra “pisa”, relativa a pintar -relacionada con el latín “pictura”-, pero en la tradición eslava no se dice que se “pinten” los huevos sino que en éstos se “escribe”. Durante la Pascua, los huevos son “escritos” –pintados- y entregados como regalos a los distintos miembros de la familia o personas significativas. 

En Ucrania son populares dos leyendas que enriquecen la tradición de los huevos de Pascua: 

Una de esas leyendas concierne a la Virgen María. Se dice que en los tiempos de Jesús era frecuente que las familiares de los crucificados llevaran huevos a los soldados que los custodiaban para que fueran menos crueles con ellos. Cuando la Virgen María llevó los huevos a los soldados que crucificaron a Cristo, derramó lágrimas sobre ellos y sobre éstos se grabaron puntos de un color resplandeciente. 

Otra leyenda relata que Simón el Cireneo, aquél que ayudara a llevar la cruz a Cristo, tuvo que dejar la cesta de huevos que llevaba en la mano para poder cargar el madero y cuando, tras haber compartido la cruz de Jesús, volvió a recoger la cesta, todos los huevos estaban milagrosamente pintados con una belleza sobrehumana. 

También se ha heredado la leyenda que revela que María Magdalena poseía un recipiente en forma de huevo en el que ella guardaba el corazón de Jesús. 

Pero quizás la narración más extendida es aquélla de origen bizantino y muy popular en la Iglesia ortodoxa, que relata que María Magdalena, tras la muerte y resurrección de Jesús, fue a proclamar el Evangelio a Roma y llegó a presentarse ante el emperador Tiberio. Sabiendo que el huevo representaba el surgimiento de la vida en todo el mundo Mediterráneo, se presentó ante el emperador sosteniendo un huevo en la mano y mostrándolo la Magdalena exclamó: “¡Cristo ha resucitado!”. Tiberio se rió escéptico y le desafió: “Es tan probable que Cristo haya resucitado como que ese huevo sea encarnado”. Antes de que hubiera acabado de decirlo el huevo se tiñó de rojo ante la vista de todos los presentes y todos se quedaron callados y admirados. El huevo pintado de rojo ha pasado a la historia como símbolo de la sangre de la pasión de Cristo. El mosaico más famoso que representa ese momento en que Magdalena alza un huevo ante Tiberio está en la Iglesia de María Magdalena, sita en el Huerto de los Olivos de Jerusalén. Veintiocho religiosas de todo el mundo forman parte de la comunidad que vive en el convento de dicha iglesia de donde procede la clásica imagen de Magdalena con un huevo encarnado. 

En la tradición eslava, regalar un huevo de Pascua es dar un símbolo de vida al otro y el modo de decorar el huevo de Pascua refleja el carácter o la situación de la persona a la que se le va a dar o le lleva un mensaje especial. En la costumbre polaca, que se remonta al menos al siglo X, sus “pisanki” (plural de “pisanka”) se decoraban y los huevos se depositaban en una cesta que se entregaba el día de Pascua a los amigos y familiares como un signo de amor. El huevo era originalmente de gallina, aunque también se usaba de ganso o de pato. 

Según el modo de ornamentarlo se les llamaba de distintas maneras: 

- Los “kraszanki” son huevos cocidos en un agua con plantas y otros productos naturales, lo cual provocaba que la cáscara se coloreara de curiosas formas. Si se empleaba piel de cebolla salía marrón. Si se cuece con cáscaras de nueces, se colorea en negro. Según sea el color de las flores con que los cuezas, así variarán las tonalidades. 

- Los “drapanki” o “skrobanki” es una sofisticada técnica que raya la cascar del huevo mostrando su capa interna. 

- Los “naklejanki” o “malepianki” son huevos decorados con pétalos de flores, figuras de papel o de tela. Son populares en la zona de Lowicz.


PARA REFLEXIONAR

  • ¿Qué cosas son tan solo ceniza y qué merece ser eterno?
  • ¿De qué debemos ayunar y nos deja hartos?
  • ¿Dónde debo proteger el silencio?
  • ¿Qué caminos debo limpiar para abrir pasos?
  • ¿Qué espera ser reciclado en mi vida?

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